Ya está bien de que los gays sean los únicos con derecho a opinar sobre la homosexualidad. Por mucho que les duela, la ley natural existe, y ésta, porque no es una ley humana, es inderogable. La ley natural impone que el ejercicio de la homosexualidad es una grave incorrección moral. No es un tabú, sino una prohibición ética impuesta por la referida ley natural. Por tanto, no alcanzo a entender que periódicos cómo «El Mundo» fomenten la homosexualidad caracterizándola como supuesto tabú, porque los tabús no se fundan en la ley natural sino en todo lo contrario: en la adoración de falsos ídolos.
Y una cosa más, no menos importante: si los gays creen que tienen derecho a promover sus prácticas homosexuales sin oposición, estarán matando mi derecho a la libertad de expresión, que me permite, entre otras cosas, proclamar a los cuatro vientos que hay una ley natural que todos tenemos que cumplir. Ellos también, por mucho que, utilizando potentes periódicos como «El Mundo», intenten establecer mecanismos de corrección política que dicten e impongan valores contrarios a la ley natural. Una dictadura de la opinión frente a la que otros no tenemos más que un pequeño «blog». Pero tenemos a la naturaleza de nuestro lado. Desde luego, más potente que ‘El Mundo».