A la comunidad internacional no se pertenece sólo por existir. Además hay que cumplir ciertas reglas. No son reglas de mera urbanidad. Son reglas morales generalmente aceptadas como requisito para participar en la sociedad internaciona.
La República Islámica de Pakistán no cumple los estándares internacionales de respeto a la mujer y a la libertad política, social y religiosa que son imprescindibles para participar en la comunidad internacional.
Permite el delito de blasfemia, y esto con condena a muerte, con lo que incumple doblemente estándares unánimes de respeto por los derechos humanos: la libertad religiosa y la pena de muerte. El caso de Asia Bibi lo demuestra. La crueldad procesal y probatoria de sus jueces sólo pudo ser paliada gracias a la presión internacional.
Lo último, o más bien lo de siempre, son los matrimonios forzosos. Y tan forzosos que cuando piden el divorcio las mujeres son asesinadas. Es el caso de Anisa y Arooj, de 20 y 24 años, que se negaron a volver a Cataluña con sus maridos y fueron torturadas por familiares.
La cuestión ha tenido un fuerte eco (ABC, La Vanguardia) pero nadie toma la resolución que hay que tomar, la cual es muy sencilla: hay que expulsar a Pakistán de la Organización de las Naciones Unidas, porque no respeta la Declaración de los Derechos Humanos.