Europa debe reconocer cuanto antes que es un continente de viejos socialistas que no crean riqueza y se aprovechan de la que crean los demás.
En Europa apenas hay compañías tecnológicas, al contrario de lo que sucede en los Estados Unidos, en China, y en la India. Pero Europa, como es un gran consumidor, y por el momento tiene crédito internacional para financiar el socialismo, quiere pagar sus pensiones y su deuda con el esfuerzo productivo de los otros países.
Cómo dentro de Europa hay países más competitivos que otros, por ejemplo Irlanda, que han generado una gran competencia fiscal interna poniendo el tipo de impuesto de sociedades al 12,5%, la Comisión Europea algo tenía que inventar para conseguir que las compañías tecnológicas pagarán más en Europa, independientemente de lo que hubiese pagado en otros sitios.
Lo que se ha inventado es que pagar pocos impuestos es una ayuda de Estado. Y por tanto una ventaja competitiva en el mercado. No una infracción tributaria, sino de mercado.
La cuestión es una barbaridad conceptual. Pero de lo que se trataba era de que pagarán más. Mucho más: 13.000 millones de euros más, por el momento, 1.200 millones de euros de intereses.
Lo malo para la Comisión, que es la representante del socialismo y del uso alternativo del Derecho, es que todavía quedan jueces en Luxemburgo. Y se han dado cuenta de que esto no tiene nada que ver con la competencia en el mercado, sino con la fiscaludad.
Desde el punto de vista del mercado, que es la lógica del asunto tal y como lo ha planteado la Comisión, no hay nada que hacer. No se puede convertir el derecho de la competencia en mecanismo para la exacción alternativa de impuestos que no están legalmente previstos.
Apple si paga impuestos. Es uno de los más grandes contribuyentes del mundo. Pero los paga en los Estados Unidos, que es donde se genera la riqueza que ellos han producido.
El impuesto sobre sociedades no se paga donde están los consumidores, sino donde está ubicada la matriz, en virtud del principio de renta universal.
Si esto no le gusta la Comisión Europea, tendrá que hacer otro convenio fiscal con los EEUU. O mejor, tendrán que hacerlo cada uno delos Estados miembros.
Pero de momento, se queda a dos velas y va a pagar unas costas monumentales. Con nuestro dinero.
No puedo cerrar este artículo sin señalar que el desprestigio para la Comisión es monumental. No se puede imponer a una compañía un gravamen del 5% de sus ventas basándose en argumentos tan tontos como este y pretender encima llevar razón.
La Comisión Europea demuestra que su gusto por el derecho es bastante limitado, y que está dispuesta a obtener recaudación y potestades tributarias de cualquiera que sea la manera, aunque los tratados no se lo permitan. Su desprestigio en este asunto es total y absoluto.