Como los abortistas, y los laicistas en general, sostienen que Satanás, la antigua serpiente, no existe, supongo que no les importará que lo ponga en relación con el aborto.
Satanás es el príncipe de las tinieblas, el instigador del mal, el enemigo de Dios, el que niega la divinidad de Jesucristo. No es de extrañar pues que tenga mucho interés en el asesinato, porque es una de las formas más eficaces de atar con el pecado a las personas y llevarlas al infierno, que también existe.
Detrás de todo aborto sin duda hay un drama personal: el drama del abortado. Que estaba vivo y pasa a estar muerto. Que tenía derecho a vivir, y se le priva de él.
A mí me parece que una industria dedicada al aborto en vez de a la vida tiene mucho que ver con Satanás, que estará encantado con su facturación.
Desde este punto de vista, que es el mío, tan legítimo como el de #ELPAISOE, porque tengo la misma libertad de expresión que ellos, me parece que convertir el aborto no sólo en una industria sino en un derecho de la madre, es diseñar un derecho satánico, colocar a las personas en situaciones de escándalo, esto es, de incitación al pecado, un error moral grave.
Y una actuación que no será sin consecuencias, porque fue nuestro Señor Jesucristo el que señaló que en el Juicio Final daremos cuenta hasta de la palabra ociosa. Yo daré cuenta de este post, pero quienes promueven el aborto como derecho, también darán cuenta y no me gustaría estar en su piel.
Esa es mi libertad de expresión, yo la uso en favor de la vida y de la libertad, y otros la usan en favor de lo que pretenden que es un derecho y es todo lo contrario.