Para un observador que no esté atento, podría llamar a engaño que los chinos hagan presión política sobre sus empresas ordenando reestructuraciones a lo bestia.
Pero si uno se fija, en la Unión Europea pasa lo mismo. La pretensión de los políticos es el control total y absoluto de los empresarios.
Con tal de conseguir presión fiscal e impuestos para pagar el socialismo, la UE recurre a técnicas más o menos sofisticadas, supuestamente jurídicas, pero al final es lo mismo: sacarle el dinero a los empresarios para pagar las deudas que el socialismo con quién es promueven el reparto coactivo de la riqueza.
Es lo mismo que pasa en China solo que por otra vía. Acuérdense de la multa de 1.300 millones a Google, de la multa de 13.000 millones (ha leído bien) a Apple, y de otras actuaciones que totalizan más de 23.000 millones de euros en multas a empresas.
El socialismo es igual en todas partes. Se trata de una falsa religión universal. Cambian sus formas, sus Popes, sus técnicas, sus penitencias, sus épocas. Pero no sus profecías. Prometen el cielo en la tierra y aquí no tenemos más que un valle de lágrimas. Hay que producir para ganarse la vida. Ellos sin embargo lo que quieren es vivir a costa de los demás. Saben que el hombre, antes del pecado original, está castigado a que su trabajo sea improductivo. Y nada más productivo que expropiar a Abel en vez de matarlo.