El dios río obliga a subvencionar inundaciones

Las inundaciones son algo cada vez más frecuente. Tal cosa sucede, no porque llueva más, sino porque los ríos no se limpian. Y los ríos no se limpian porque hay una directiva comunitaria que dice que los ríos no se pueden tocar. Son como dioses y solo se pueden limpiar en circunstancias extraordinarias. Así que hay que dejar la basura en los ríos y si caen ramas, pues qué le vamos a hacer. Todos tenemos que asumir que el dios río, hijo menor del dios tierra, tiene potestades que los ecologistas conocen, aunque nosotros no. Ellos sabe, porque son los augures, los vates, los sacerdotes de la nueva religión ecologista, que nos dice a todos por dónde tiene que ir al agua. Pero no a base de ingeniería, para canalizarla, sino a base de profecía, porque nos indican las maldiciones que existen cuando se interfiere en el recto orden del demonio que controla la naturaleza. Se podría pensar que esta forma de pereza resulta más barata, porque como no hay que canalizar los ríos, se gasta menos dinero. Pero no es así, porque la gente tiene sus casas en zonas inundables y cuando se les llenan de agua van y protestan. Caprichos aparte, porque esto de reclamar por lo visto es un capricho de súbdito, resulta que la gente además de reclamar también vota. Y no va a votar al dirigente ecologista que nos domina si no se remedia de alguna manera la inundación. En efecto que se produce es que en la falta de canalización de los ríos resulta todavía más cara que la canalización misma, porque hay que subvencionar a la gente para que cambie de domicilio. Todo esto sucede para adorar al Dios río, cuyos caprichos ecológicos, al excederse en su contenido de salirse de madre, todos tenemos que soportar. Y lo que es peor: que pagar. Así que todos a subvencionar a los que necesitan cambiarse de casa para que el río siga inundando cuantas más zonas mejor. Y el que no se lo crea que lea el BOE: https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2022-15420 La solución es muy fácil: canalizar los ríos. Limpiarlos. Hay que acabar con la religión oficial que nos imponen los ecologistas.

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