España, vista desde fuera, es un país de locos. Con un 23% de paro, uno de los principales periódicos nacionales sale en portada con la memez que consta arriba. Y, en vez de pensar un poco, y de preguntarse si estamos ante un problema estructural y no ante una solución coyuntural, da por bueno lo que dice la encuesta sólo porque es la opinión de la mayoría. Estamos en el mundo al revés: por lo visto, en España quienes dicen cómo tiene que ser el contrato de trabajo son sólo… ¡lo que no tienen trabajo! Al parecer esta sociedad se ha olvidado de que quien da trabajo en el mercado de trabajo son los empresarios. Si los parados no quieren coger empleos sin «mochila» de 20 días por año trabajado, la solución es fácil: nunca tendrán empleo. Al parado, cuando un empresario le da trabajo, le aporta algo que no tiene y le ayuda a llegar a fin de mes. No tiene por qué hacerlo: podría dedicar su dinero a la buena vida. La existencia de las «mochilas» fijadas por ley es por tanto un lastre para que se dé trabajo. Y no sólo para que nazca, sino también para que produzca, porque un avejentado sin ambiciones el que lleve una «mochila» de 45 días hasta el máximo, se puede dar el lujo de tumbarse en la empresa a la bartola, reduciendo su producción a mínimos, porque es más caro echarle que aguantarle. El mundo al revés: por efecto de las «mochilas», los trabajadores son los dueños de las empresas. Y, por lo que se ve, no sólo de las empresas, sino del mercado de trabajo. La «mochila» debe fijarla cada contrato de trabajo, no la ley. Así que el Gobierno del PP, que son socialistas de derechas («populistas»), mientras mantenga las «mochilas» sólo conseguirá una cosa: aumentar el paro (porque nadie dará trabajo con «mochilas» de 20 días) y bajar la productividad (porque no se podrá echar a nadie con «mochila» de 45 días). Podrá arreglarlo con el viejo estilo del PSOE: aumentando el empleo público, que pagan… ¡los de la mochila!