Una vez más, la religión ecologista se impone en las urnas. Como todo el mundo sabe, cuando uno profesa una religión, y lo hace seriamente, tiende a votar de modo rígido, de acuerdo con los valores propios de esa religión. Los que adoran al sol, al ozono, a la luna, y al CO2, tienden a votar de modo muy rígido y a concentrar su voto en sus valores. Creo que los cristianos tenemos que tomar ejemplo de esa actitud y empezar a votar conforme a nuestra religión. El problema real es que los cristianos de hoy somos extraordinariamente inconsecuentes.