La Derecha es CULPABLE

En el aciago día de hoy, 16 de noviembre de 2023, festividad de Santa Gertrudis, de Santa Margarita y de Santa Inés de Asís, puede pensarse que esta congregación de santas féminas no ha sido favorable a lo que la ocasión requería, porque ha sido investido como presidente del Gobierno un mentiroso compulsivo, que ha logrado su propósito apoyado por una coalición de los enemigos de Dios y de España. Su grupo parlamentario ha hecho voto de obediencia hasta el punto de considerar que los Diputados no son personalmente responsables del daño infligido a su Patria, dado que la decisión ha sido colectiva y democrática, Democrático es ‑entienden ellos‑ todo lo que surja de las urnas, aunque para eso haya que conseguir votos disponiendo de millones de euros del erario público y haya que engañar al electorado sobre temas tan relevantes como la amnistía de gravísimos delitos.

Pero no es así. Las culpables no son ni Gertrudis, ni Margarita ni Inés. La culpa de que Pedro Sánchez repita como presidente del Gobierno es de la Derecha. Porque si la Derecha se hubiese presentado unida a las elecciones, o si por lo menos hubiese presentado listas conjuntas, habría tenido mayoría absoluta. No sólo Sánchez no habría sido Presidente, sino que la Derecha habría tenido abierta la puerta para modificar todas las leyes orgánicas de nuestro ordenamiento.

El 23 de julio de 2023 la Derecha obtuvo su tercer mejor registro histórico. El PP obtuvo 8.091.082 votos, por los que ha recibido 136 escaños. Y Vox obtuvo 3.033.475 votos, habiendo obtenido 33 escaños. Pero, por el efecto d’Hont, el total agregado (11.124.557 votos) no hubieran sido 136 + 33 = 166 escaños, sino una cumplida mayoría absoluta, bastante más de 176 escaños. Entonces ¿por qué no pueden gobernar?

Básicamente por idiotas. Es cierto que la Derecha ya ha dilapidado DOS mayorías absolutas. La primera con Aznar (2000) y la segunda con Rajoy (2011). Por lo que, si estamos como estamos, no es a causa de una razón coyuntural, sino por una debilidad estructural y genética del PP, cuya incapacidad para enfrentarse con la Izquierda en la calle es tan notoria como su miedo y falta de fuste. Vox existe por causa de esa debilidad: más o menos 1/4 de los militantes del PP desde 2013 hasta 2017 goteamos hacia esta nueva canalización ante la pasmosa debilidad del registrador gallego: el nefasto Mariano Rajoy.

Es igualmente cierto que hasta el 23 de junio de 2023, el PP, creyéndose dueño de los votos de la Derecha, y a la vista del resultado de las autonómicas y municipales del 28 de mayo de 2023, demonizó a los tres millones de votantes de Vox, imponiéndoles una política de aislamiento social, al tiempo que se postulaba como adalid de la moderación y los monopolistas del “voto útil”.

Ante esta incapacidad del PP para reconocer que necesita los votos de Vox, por lo que no pueden echar a los leones a quienes votamos Vox, y ante la incapacidad de Vox para darse cuenta de que la moderación en las formas es necesaria para crecer electoralmente, como demuestra Díaz Ayuso cada día, el efecto que se produjo es que la Derecha compitió entre sí durante toda la campaña en vez de competir con su único verdadero enemigo.

En mi opinión hace falta ser tonto para lamentarse de la elección de Sánchez, y de quejarse por sus pactos con los nacionalistas, cuando antes uno mismo no ha sido capaz de formar una coalición que hubiera remediado, y esto desde hace meses, todos los problemas.

Feijóo es imperdonable. Aunque ha hecho dos grandes debates, tanto para su investidura como para oponerse a la de Sánchez, porque es un gran parlamentario, en las dos ocasiones ha callado lo fundamental: el culpable de la derrota de la Derecha es él personalmente, por lo mismo que, pretendiendo el monopolio, se volcó en una inútil política de “voto útil” contra Vox

Es algo inútil. Se ve que no nos conoce. Lo que nos agrupa es que no estamos dispuestos a tolerar más lenidad pepera, por más que reclamemos a los líderes moderación en las formas y templanza en los planteamientos. Diga el PP lo que quiera, a Feijóo, a Casado, a Rajoy y a Aznar siempre les ha pasado lo mismo: son “socialistas light” e incumplen sus promesas. Rajoy es quien ha creado a Vox. Y hoy Feijóo es un perdedor, no un ganador, porque no ha conseguido borrar a Rajoy del ADN del PP, ni ha procurado lo único que tenía que conseguir: la unidad de la Derecha. Le ha salvado Isabel Díaz Ayuso, que ha impedido la debacle del PP en Madrid.

Tampoco Abascal es inocente. Si ha sido monumental el esfuerzo político y personal que ha hecho para torcerle la mano al PP y obligarle a dejar el “socialismo light”, esa estrategia ha valido hasta las elecciones autonómicas y municipales de este mismo año 2023. Pero desde mayo está claro que el electorado, aunque dispuesto a admitir contenidos valientes, no tolera formas histriónicas ni planteamientos sobreactuados. Y como la lección no se ha querido aprender, se nos han marchado personas esenciales, como Víctor Sánchez del Real o Iván Espinosa de los Monteros, que han sido sustituidos por falangistas cada día menos disfrazados. Vox con esta impronta ultra no puede tener éxito, porque su electorado es cristiano y sin embargo ha prescindido de dos virtudes cardinales. Por mucha fortaleza que quieras demostrar, si te falta templanza y careces de prudencia, la mezcla no liga. No con el electorado.

Cuando ya era tarde, porque el daño ya estaba hecho, Abascal se cansó de decir desde la tribuna, ya en la investidura frustrada de Feijóo, que entregaba gratis sus Diputados a la candidatura del PP con tal de que no gobernase la Izquierda. Ahora, en la investidura de Sánchez, Feijóo se desdice, no menos de lo que se desdijo Sánchez de sus planteamientos originales, y lisonjea a Vox: “no son tan malos”, “los otros son peores”.

Pero ya da igual. Si España se va al garete, es por culpa de la falta de sentido común y de capacidad estratégica de que los dos líderes de la Derecha han hecho gala antes de las elecciones, que es cuando había que haberlo hecho.

Si, prescindiendo de personalismos, se hacen los números gordos, y se atiende al resultado, lo que tenemos en España no es fruto de un agregado de enemigos de España, aunque lo sean. El origen de todos los males está en la incapacidad de la Derecha para pactar antes de las elecciones. La Derecha es la autora de su propio daño. Que llore. Pero que no llore porque ha venido Sánchez. Que llore porque no han sido capaces de algo muy sencillo: llegar a un acuerdo antes de las elecciones, no después. Ahora ya nada tiene remedio.

Comparta, por favor