Los españoles tomamos ayer el aperitivo masticando este titular de RTVE: “La OTAN se compromete a apoyar a Ucrania en un CAMINO IRREVERSIBLE que culmine con su entrada en la Alianza”. A muchos se nos rompió un diente porque esta aceituna tiene hueso.
En España la Constitución dice (artículo 63.2) que corresponde al Rey, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz. Previa autorización de éstas, Juan Carlos I extendió el Instrumento de adhesión al Tratado del Atlántico Norte el 29 de mayo de 1982, que se depositó al día siguiente. Estábamos en plena guerra fría. En la URSS gobernaba Leonid Brézhnev. El Presidente de los Estados Unidos era Ronald Reagan. La primera ministra del Reino Unido era Margaret Thatcher. En Alemania el Canciller era Helmut Schmidt. Francia era presidida por François Mitterrand.
La OTAN era en verdad una alianza defensiva. Defensiva frente al socialismo soviético. Los soviéticos no eran sólo los rusos: eran Rusia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Yugoslavia, Polonia, Alemania, Bulgaria y Albania. Rusia incluía Estonia, Letonia, Lituania, Moldavia, Ucrania, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán, y Bielorrusia.
En España el ingreso en la OTAN no fue pacífico. El PSOE tuvo una particular crisis de identidad. “OTAN no, bases fuera” era su lema desde 1978. Felipe González con la entrada en la Comunidad Económica Europea (1 de julio de 1985) se vio obligado por sus socios a permanecer en la OTAN y tuvo que doblegar a sus bases. Convocó un referéndum consultivo (12 de marzo de 1986) en el que se preguntaba “¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?”. A esta pregunta contestaron 17.055.031 personas (votos válidos). De estos, 9.054.509 votaron sí, 6.872.421 votaron no y 1.127.673 votaron en blanco. Es decir: se ganó por un 6% ya que votó a favor el 53% y en contra o en blanco votó el 47%. Por tan exigua mayoría, la España socialista se había posicionado en uno de los bandos de la guerra fría. La otra lo había hecho mucho antes. Es importante señalar que la mayoría de los vascos y catalanes votaron NO.
Sólo un vidente hubiera vaticinado en 1982 que en 1991 el muro iba a caer sin guerra. A Brézhnev le sucedió Yuri Andrópov, el monstruo de la KGB. Cuando murió le sucedió Gorbachov. Fueron los años en los que nadie podía saber, ni siquiera Reagan, si Gorbachov iba en serio, si iba a haber, después de tantas troikas, una “perestroika”.
Con la caída del muro la OTAN pasó una larga crisis de identidad. ¿Para qué mantener una alianza defensiva? ¿De quién nos estamos defendiendo, si Rusia ha caído y lo que estamos haciendo es financiar la nueva Rusia de Yeltsin? La OTAN se desnaturalizó y pasó de ser una alianza defensiva a ser una forma sutil de debilitar a Rusia. Hasta que comenzó la guerra de Ucrania (24 de febrero de 2022) se adhirieron Polonia, Chequia y Hungría (1999), luego Bulgaria, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania, Albania y Croacia (2009), y más tarde Montenegro (2017) y Macedonia (2020). Rusia quedó troceada y sus satélites se aliaron militarmente con el antiguo enemigo. Rusia consintió todas estas adhesiones. Lo que no iba a consentir es que se adhiriera Ucrania a la OTAN. Rusia nunca consintió el Euromaidán y lo dejó muy claro en 2014 con la anexión de Crimea.
Después de la invasión rusa de Ucrania la OTAN se ha desnaturalizado. Ha dejado de ser una alianza defensiva y se ha convertido en una alianza ofensiva. Lo demuestran las adhesiones de Finlandia (2023) y Suecia (2024), y los continuos mensajes, como el de RTVE, en los que la ampliación de la OTAN se entiende inexorable.
Para los españoles, no es así. Lo reversible es la propia OTAN. La gente debe recordar que la OTAN no es una alianza para la guerra, sino para la paz. Si la política de Ucrania es recuperar Crimea a toda costa, aunque para ello tenga que implicar al mundo entero en una guerra, los demás países de la OTAN, y en especial España, no tienen por qué apoyarla en esto. Si Ucrania no quiere firmar una paz honrosa con Rusia, los españoles no tenemos por qué secundarle en su intento suicida de sucumbir frente a un enemigo mucho más numeroso. Si lo que los ucranianos quieren es que nuestros hijos mueran para defender su país, procede recordar que Ucrania no pertenece a la OTAN y no debe pertenecer, porque permitir la adhesión de Ucrania es implicar a toda la OTAN en un enfrentamiento directo con Rusia y abocar al conflicto a una escalada del todo innecesaria, en vez de iniciar conversaciones de paz.
Procede recordar que además del artículo 5, el tratado OTAN contiene el artículo 13, el cual contiene la cláusula de denuncia: “pasados veinte años de vigencia del Tratado, cualquier Parte podrá, en lo que a ella concierna, poner fin al Tratado, un año después de haber notificado su denuncia al Gobierno de los Estados Unidos de América, el cual informará a los Gobiernos de las demás Partes del depósito de cada notificación de denuncia”.
Cualquier otra forma de proceder es, en mi opinión, inconstitucional. Y la razón es muy sencilla. La OTAN se ha desnaturalizado. Lo que originalmente se firmó fue un tratado defensivo. Lo que tenemos ahora es un tratado ofensivo. Y lo que genera este tratado es que, cuando se dan los presupuestos de su artículo 5, España tiene que entrar en guerra. Pues bien, considero que la autorización en su día otorgada por las Cortes Generales, y el instrumento de ratificación firmado por el Rey, no se corresponden con lo que la Constitución prevé, ya que España puede ser forzada a entrar en una guerra en términos muy distintos de los que la Constitución prevé en su artículo 63 apartado 2.
Hoy, en el día de San Benito, patrono de Europa, pido a Jesucristo, autor de todos los bienes, el don de la paz. La paz no pasa por incrementar la tensión: pasa por reducirla. Ucrania en ningún caso debe integrarse en la OTAN. Lo exige el artículo 1 del Tratado OTAN: “Las Partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos cualquier controversia internacional en la que pudieran verse implicadas, de modo que la paz y la seguridad internacionales, así como la justicia, no se pongan en peligro, y a abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza en cualquier forma que sea incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas”. En mi opinión, si Ucrania entra en la OTAN, España debe denunciar inmediatamente el Tratado. Nuestra estrategia ha de ser por la paz, no por la guerra.