La verdad, escondida

La realidad de la política en España es que no hay transparencia.

En los procesos judiciales se justifica el secreto de las declaraciones y el secreto de la investigación, de tal modo que ni siquiera las partes pueden tener acceso al sumario.

Y en las investigaciones parlamentarias se obliga a callar, imponiendo el secreto, a quien puede declarar la verdad y hacerla conocida de la opinión pública.

El efecto que se produce es que la gente no sabe qué es lo que está pasando. Los diputados tampoco. Los abogados tampoco. Porque todo es secreto. Y eso lo damos por bueno con toda naturalidad.

Se sabe que hay alguien que está siendo procesado y que puede acabar en la cárcel.

Se sabe que se han cometido graves delitos, porque hay una investigación en marcha en el Congreso de los Diputados y otra en la Audiencia Nacional.

No se sabe si son por lo mismo, lo que está prohibido al Congreso, porque no hay información.

Nadie sabe qué es lo que ha pasado ni lo va a saber nunca porque está todo declarado secreto.

Eso es lo que llaman democracia y transparencia. Será la transparencia de la izquierda. Que, como es evidente, utiliza el método Stalinista: el secreto oficial.

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