Que la izquierda tiene patente de corso y no se le aplica el mismo derecho que a los demás es cosa cada día más demostrada. Véase el recorte de la portada de El Mundo de hoy. En ella se puede contemplar cómo un conjunto de gentes que viven muy bien a costa de las subvenciones, y por tanto del trabajo que genera los impuestos que pagamos los demás, se permite el lujo de convertir las subvenciones que les pagamos en ocasión de promover la rebelión política frente a la libertad de las instituciones democráticas esenciales y de insultar al Tribunal Supremo. No sólo demuestran que no son demócratas, pues no les importa la Constitución, como demuestran las banderas que enarbolan, sino que procede recordar cuál era el lema electoral de IU en los pasados comicios: «rebélate». No entiendo por qué tenemos que pagar subvenciones, mucho menos entiendo por qué hay que pagar para que los subvencionados promuevan disturbios, y me resulta asombroso que no se haga nada oficialmente para garantizar la libertad del Tribunal Supremo, inquietado y perturbado en sus funciones (artículo 14 LOPJ).