Con la pandemia, ha aumentado la productividad de unos y disminuido la de otros. Por lo que el Gobierno quiere que la productividad de todos sea igual. Igual de mala.
Muchas empresas se han salvado gracias al teletrabajo, por dos razones. Una porque sus empleados han dado la talla. Y otra porque la talla no estaba regulada. Como unos trabajan más y mejor que otros, es importante que todos trabajen igual. Igual de mal y tan poco como otros. Tiene que haber igualdad.
Aunque no tanta, porque el Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, que ha regulado el trabajo a distancia, no se aplica al sector público. Se aplica sólo a las empresas. Las administraciones públicas no necexitan igualdad por abajo. Ya está todo bien abajo.
Ha habido ERTEs en los sectores en los que no se podía incorporar el teletrabajo. Ahora va a haber ERTEs hasta en los sectores donde hay teletrabajo. Porque las condiciones del Decreto-ley son tan abusivas sobre el empresario que lo mejor es no contratar. Los sindicatos son ya los dueños de las empresas. Igualdad ante todo: empresario y empleado, iguales. Si quiere conocer las condiciones de trabajo. pulse aquí.
Estamos ante una regulación del siglo pasado, atrasada conceptualmente y sindicalista. La exposición de motivos proclama que el teletrabajo una es una subespecie del trabajo a distancia. Todo el mundo sabe que es la nueva forma de trabajar. El gobierno no considera el trabajo a distancia una oportunidad empresarial o laboral, sino algo que surge por causa del COVID-19, no por la evolución tecnológica. El Decreto-ley pensando en los que no quieren ir a la oficina, no en los que quieren ser productivos ahorrándo costes y utilizando herramientas informáticas. Lo considera un remedio para una crisis sanitaria, no la nueva forma de producir. Igualdad también en la salud.
El Decreto-ley está pensado para generar paro. Todos iguales: todos sin trabajo. Todos al siglo pasado, cuando la máquina de escribir era la esencia de la productividad. Cuando el empleado no tenía que poner de su parte nada sino la mano (de obra). Hace mucho que eso terminó. Lo sabe todo el mundo. Menos los funcionarios. A los que esto no se aplica. Ni falta que hace. Para eso son trabajadores al servicio del Estado.