El ecologismo es muy caro, sobre todo para los que no tienen alternativa profesional.
Sucede que, cuando se fabrican coches eléctricos, la mano de obra necesaria es mucho menor, porque las máquinas hacen muchas más tareas.
El efecto que se produce es que se disminuye la plantilla en alrededor de un 20%.
Así se demuestra en la fábrica de Ford en Almusafes, que va a reducir el número de trabajadores.
Este coste reducido no se traslada al precio final porque las fábricas se aprovechan de la religión ecologista para seguir cargando al creyente un «religious fee».
Empieza una negociación complicada, y se demuestra que el ecologismo es muy caro, aunque muy beneficioso para los creyentes, que obtienen ventajas derivadas de la implantación social de sus valores, de tal modo que, si pueden pagar la penitencia, dejan de pagar los impuestos de la gasolina, pueden meterse por cualquier parte en las ciudades, aparcan donde les da la gana. Pero la eficiencia empresarial basada en la reducción de costes no se traslada en una reducción del precio final del vehículo sino en una reducción del empleo que no mantiene sino que aumenta la rentabilidad del producto final.
Por supuesto las emisiones de CO2 de la producción eléctrica son mayores que las de la gasolina, pero sus efectos no están en las ciudades sino en el campo. Donde no hay votos.
Siempre pasa lo mismo: cuando la economía se basa en las subvenciones, las empresas buscan la eficiencia en la subvención misma y no en la facturación, con lo que se producen distorsiones continuas de mercado, basadas en los dogmas de la nueva religión ecologista.
En el caso del coche eléctrico todo está al revés, todo funciona al revés por causa de las subvenciones, que se fundan en una religión falsa, tanto como religión como en cuanto que supuesta «ciencia».
Sigan creyendo. Mientras haya subvenciones, les compensa pagar el sobreprecio penitencial, porque quedarán muy bien ante sus amigos por tener un coche eléctrico y cuando circulen tendrán muchos privilegios sociales.
Lo que no les garantizo es que lleguen a su destino porque la autonomía deja mucho que desear.