Homosexual el último


(Publicado en la revista «Época» el 24 de enero de 2003)

El Parlamento Europeo viene siendo, desde hace ya bastante tiempo, el principal foco de importación de progresía. Antes, los “progres”, para enterarse de qué tenían que pensar, se iban a Biarritz, para someterse a los dogmas que dictaba la moda de las dictaduras de izquierdas. Ahora ya no hace falta. Basta con enterarse de qué aprueba el Parlamento europeo, que, por lo que se refiere a la Familia, es un suministrador de toda clase de degradaciones. Desde hace tiempo, concretamente desde 1993, en que recomendó el matrimonio homosexual, viene militando activamente contra la Familia y por implantar nuevos valores y “modelos” de convivencia que nada tienen que ver con el pasado ideológico de la Unión Europea. Lo último que nos quiere vender está escrito en su «Informe Anual sobre los derechos fundamentales en la Unión Europea». Desde tan altisonante plataforma, y con tan elogioso motivo, la Eurocámara, liderada para esta cuestión -casualmente- por la eurodiputada que gestiona el «intergrupo» de parlamentarios que defienden la homosexualidad como derecho, ha aprobado una resolución que insta a los Estados a poner en su agenda política la equiparación de las uniones de hecho con los matrimonios. El nuevo dogma, definido desde Bruselas, permite a los políticos españoles que, como Gallardón y Zaplana, han aprobado leyes contra la Familia, ahorrarse el viaje a Biarritz y solidificar su ética en el apoyo «moral» que les da la izquierda, para operar como agentes comerciales del catálogo radical de productos éticos que patrocina Joke Swiebel. No quieren quedarse los últimos en la asignatura de «progresía», en la que tienen el complejo de no haber sacado nunca han sacado buena nota. Por mi parte, quiero hacer dos reflexiones. La primera, que muchos ciudadanos estamos hartos de que se atienda a una exigua minoría con preferencia sobre los derechos y libertades de las Familias. Lo que vale tanto para Europa como para España. Motivo por el cual, como los políticos sólo entienden un lenguaje, que es el de los votos, hemos constituido un nuevo Partido político, «Familia y Vida», que concurrirá a las próximas elecciones para defender lo que ni el PP ni el PSOE defienden: la Familia y la Vida (y nada más). Esperamos obtener resultado positivo en Madrid. Por lo menos. La segunda reflexión es que, como de la Eurocámara es de donde viene la nefanda influencia (Gallardón no tiene talla licencia de importador de este tipo de reformas patentadas fuera), para las próximas elecciones al Parlamento europeo, que son en 2004, y en las que la circunscripción es única, no sólo Madrid, sino toda España podrá sumar sus votos para frenar en la Eurocámara una tendencia que nos viene de fuera y que a la derecha española, que no quiere ser la última, se le ha metido dentro.

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