

Comparto y no comparto este análisis que publica «El Economista» de hoy. Aquí falta el efecto Trump. Veamos: la OPEP, la OPEP+ y compañía no son más que nombres para un cártel más o menos ampliado. Por extraño que parezca, países que sancionan brutalmente los cárteles internos, conviven sin pestañear con naciones que manipulan el producto más importante para la formación de precios en cualquier economía: el crudo. El mundo se ha acostumbrado a que sus líderes, que no son suficientemente fuertes, cedan a las presiones de una organización cuya finalidad es sacarle en cada momento el máximo rendimiento monetario a un producto natural. Naturalmente, esas naciones (Arabia Saudita, Argelia, Angola, República del Congo, Emiratos Árabes Unidos, Gabón, Guinea Ecuatorial, Irak, Irán, Kuwait, Libia, Nigeria y Venezuela) no se caracterizan por su democracia interna, sino por estar dominadas por la violencia política: tanto dinero genera una enorme codicia. El mundo «democrático» prefiere tratar con los líderes locales a desestabilizar los regímenes que de hecho detentan el poder. Asumido esto, todos los análisis son sobre «qué hará la OPEP» en términos de demanda interna, consumo en invierno, aparición de nuevos yacimientos, guerras locales, ecologismos intensos, etc., pero siempre sin meter la clave en la ecuación: el cártel hará lo que mejor le convenga para exprimir más a los países que no tienen petróleo. Es lo que hacen los cárteles. Hasta que llegó Trump. Trump ha dicho que, no sólo va a perforar todo lo perforable («drill baby drill») sino que va a obligar a Arabia (dijo Arabia, no OPEP) a bajar los precios del petróleo. Así que déjense de examinar la oferta y la demanda, porque el precio del crudo no se fija en los mercados sino en las reuniones de un cártel: la OPEP. Que ha entendido muy bien el mensaje de Trump («America First»). Oído el mensaje, la OPEP va a actuar en consecuencia. Mientras haya Trump, no habrá cártel. Ese es mi análisis. Durante los próximos cuatro años, el precio del petróleo lo fija Trump. El que no me crea, que pregunte en Gaza.