En España todo el mundo quiere ganar lo mismo independientemente de cuál sea la productividad de cada uno. El resultado es que no hay competencia entre trabajadores y por tanto todo es muy caro. Los empresarios se van a producir otro sitio, donde los salarios son más baratos y los impuestos no existen. El único remedio para España es que los trabajadores se pongan a competir entre ellos, con el resultado de que en una misma fábrica, como en un mismo equipo de fútbol, puede haber enormes discordancias entre los salarios. Sólo de esa manera incorporaremos al mercado interno las diferencias salariales internacionales y podemos competir en el mercado industrial internacional. A esto se ha de añadir que el Estado debe dejar de gravar al trabajo con cargas tributarias exageradas. Sólo así saldremos adelante y tendremos generación de empleo.