
He aquí, en dos breves noticias del mismo día, un ejemplo más de cómo los políticos pueden utilizar el Boletín Oficial para lo que quieran, pero no pueden derogar las leyes del mercado. Cuando no hay desahucios y se roban pisos para su uso sin pagar, con la excusa que sea, que al final es la clásica forma catalana de anarquía, muy presente en el siglo pasado, hasta que llegó Franco, lo que acaba pasando es que las compañías inversoras en inmuebles para alquiler salen corriendo; los que han comprado pisos para generar cierta forma de ahorro los venden como pueden, y proliferan los pisos de alquiler turístico, con el consiguiente enfado de los que viven en los barrios viejos. Pero las necesidades de vivienda siguen ahí y la gente, especialmente la gente joven, se queda a dos velas, pagando pisos a 2.000 euros entre cuatro, o pagando garitos -cama, techo y cocinilla- a 500 euros para vivir solos. Sin vivienda nueva los precios sólo se pueden encarecer. En contraste, en Canarias aparece otro fenómeno y es que, como hace mucho que pusieron control del máximo hotelero, ahora, incluso sin un gran problema de habitacional, o por lo menos sin un gran problema «okupacional», lo que acaba pasando es que la gente se salta la prohibición de incremento de la masa de turistas creando pisos de alquiler turístico. Al final, son las reglas del mercado. la inderogable libertad del empresario, por pequeño que sea. No te digo nada si además es grande: se va con su dinero a otro sitio y se acabó. La inversión nueva para la construcción de vivienda nueva se va cualquier otro país que no sea la socialista España. La colectivización tiene un precio, y es que no se puede repartir más que lo que ya existe. Cuando se acaba, el precio sube. Son las inderogables leyes del mercado, que Marx no conocía.
